Translate

sábado, 27 de mayo de 2017

LA HIPOCRESÍA

La verdad es que últimamente advierto comportamientos y actuaciones de terceros que alertan mi ya natural predisposición a mantenerme alejado de interesados, equidistantes, envidiosos, falsetes y demás fauna que merodea habitualmente por diversos y cercanos lugares de mi supervivencia. Reconozco que a quiénes actúan por aquello del 'interés te quiero andrés' les acoplo la distancia adecuada para evitar que su pobredumbre infecte mi existencia, que uno ya tiene defectos, y muchos, como para atesorar más. Ciertamente me supera, no los acepto.

Entre todos esos males hay uno que logra hervir mis glóbulos rojos. No ya la ignorancia como madre del atrevimiento que es (aunque también uno puede ser ignorante y hasta ser feliz, y también hacer feliz a otro, que es la buena) o que se te venga a considerar 'segundo plato' para cuando falla el primero, sino aquel otro que puede resumirse en una única palabra pero que de sí misma fluye cantidad de ideas, conceptos y exabruptos : la hipocresía. 

Es este un mal que nos rodea. Es un mal que convive con nosotros hace tiempo, mucho tiempo, pero que no hay manera de erradicar, al contrario, va a más. Un mal que resulta muy difícil de advertir porque a menudo se rodea de petulancias y buenos dichos que logra 'hinchar' a quién lo recibe, ajeno a ello y desconocedor de que luego con sus actos perjudicará probablemente a quiénes menos lo merecen salvaguardando con loas y glorias a quiénes bien saben infectar y esconder toda su mediocridad. Sonrisas que lo inoculan muy sutilmente obteniendo el rendimiento pretendido. No sé, creo que la hipocresía nació en la consulta de un dentista, demasiado blanca, como una bonita sonrisa, pero capaz de lograr fines rancios y oscuros. 

Resulta admirable la capacidad del hipócrita, del buen hipócrita. Esconde lo que es para hacer ver lo que no es ; lo que no da, haciendo creer que da. Ya lo decían los griegos, responde con máscara (hypo, máscara ; crytes, respuesta).

Hay que abrir bien los ojos, por uno mismo, y también por aquellos otros que verdaderamente merezcan la pena, que no bailan al son de máscaras. Nos irá mejor, disfrutaremos más.